Francisco
anima a cien presidiarios: «Jesús viene a devolvernos la dignidad de los hijos
de Dios».
“He
venido como pastor, pero sobre todo como hermano para compartir su situación”,
expresó el Papa Francisco a los cien presos con quienes se reunió este domingo
en un centro correccional de Filadelfia (Estados Unidos), donde afirmó que
Jesús viene a buscarlos para “lavarles los pies”, curarles las heridas y
calzarlos “de nuevo con la dignidad de los hijos de Dios”.
El
Santo Padre fue recibido en el Instituto Correccional Curran-Fromhold por el
arzobispo de Filadelfia, Charles Chaput. Durante el evento, el Pontífice estuvo
sentado en una silla de madera elaborada por los propios presidiarios.
Según
se informó, en el encuentro estuvieron presos de diferentes denominaciones
religiosas, muchos de ellos condenados por violación, asesinato, tráfico de
drogas, entre otros delitos. Sin embargo, fueron elegidos para participar
debido a su buen comportamiento en la cárcel. También participaron familiares
de las víctimas y trabajadores penitenciarios.
Las
huellas de la vida.
En su
discurso, Francisco reflexionó sobre el pasaje evangélico del lavado de pies
que hizo Cristo a sus discípulos antes de la Última Cena. Recordó que en aquel
tiempo se acostumbraba lavar los pies “porque no existían caminos asfaltados” y
todos se lastimaban “con alguna piedra o producían alguna herida”.
“Ahí lo
vemos a Jesús lavando los pies, nuestros pies, los de sus discípulos de ayer y
de hoy. Todos sabemos que vivir es caminar, vivir es andar por distintos
caminos, distintos senderos que dejan su marca en nuestra vida”, señaló.
En ese
sentido, Francisco dijo a los presos que “por la fe sabemos que Jesús nos
busca, quiere sanar nuestras heridas, curar nuestros pies de las llagas de un
andar cargado de soledad”.
Jesucristo
nos devuelve al camino.
“Jesús
no nos pregunta por dónde anduvimos, no nos interroga qué estuvimos haciendo...
Él viene a nuestro encuentro para calzarnos de nuevo con la dignidad de los
hijos de Dios. Nos quiere ayudar a recomponer nuestro andar, reemprender
nuestro caminar, recuperar nuestra esperanza, restituirnos en la fe y la
confianza”, afirmó.
El Papa
señaló que “todos tenemos necesidad de ser purificados”. En ese sentido, dijo
que “es penoso constatar sistemas penitenciarios que no buscan curar las
llagas, sanar las heridas, generar nuevas oportunidades. Es doloroso constatar
cuando se cree que sólo algunos tienen necesidad de ser lavados, purificados,
no asumiendo que su cansancio y su dolor, sus heridas, son también el cansancio
y el dolor, las heridas de toda una sociedad”.
Francisco
dijo a los presentes que en “este momento de la vida de ustedes solo puede
tener una finalidad: tender la mano para volver al camino, tender la mano que
ayude a la reinserción social. Una reinserción de la que todos formamos parte,
a las que todos estamos invitados a estimular, acompañar y generar. Una
reinserción buscada y deseada por todos”.
“Quiero
animarlos a tener esta actitud entre ustedes con todas las personas que de
alguna manera forman parte de este instituto. Sean forjadores de camino, sean
forjadores de nuevos senderos”, alentó.
Finalmente,
el Papa se acercó a cada uno de los presos para saludarlos y charlar
brevemente. Incluso algunos se animaron a levantarse para abrazar a Francisco,
quien también saludó a los familiares de las víctimas y trabajadores
penitenciarios.
Antes
de irse, el Pontífice agradeció nuevamente por la silla y bendijo los rosarios
que les fueron regalados a los presidiarios.
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