
GIRONA.
Dicen que, hace muchos años, los hombres se asustaron cuando tomaron conciencia de que los días se acortaban y el sol duraba menos horas en el cielo. Dicen que los hombres creyeron que era un presagio de que el mundo acabaría. Y tenían miedo. Y entonces intentaron modificar sus vidas. Compraban mucho, comían mucho, e iluminaban las calles. Ya que los árboles perdían la hoja, ponían guirnaldas de pino y de abeto para dar la impresión de que la vida seguía a pesar del crudo invierno. Y con estos engaños pretendían detener el tiempo.