Un día
hicimos una terapia de grupo donde teníamos que imaginar que entrabamos a una
tienda mágica y pedir un deseo. Y a cambio daríamos algo de nosotras.
Yo pedí la
felicidad que tanto necesitaba mi alma y a cambio daba mi fortaleza.
Hoy quiero
compartir con todos ustedes la gran alegría que siento en mi interior de saber
que hace justo un año que estoy cortada de libertad, prisionera entre estos
muros intraspasables. Que tuve que caer en estas circunstancias tan difíciles,
para darme cuenta que siempre estuve presa en mi propia cárcel, presa de mí
misma, de mis miedos, inseguridades, frustraciones, relaciones vacías. Valió la
pena el intercambio que hice, pues gracias a Palmira y a Lydia he encontrado la
luz en mi interior. Me han enseñado a ver las cosas de otro color, espero que
mi fortaleza les ayude en su largo caminar y a sostenerlas bien, estén donde
estén. Yo las llevaré siempre en mi corazón.
Hoy puedo
decir que me he liberado de mis cadenas, soy libre y podré volar hacia horizontes
nuevos.
El curso de
“ser mejor mamá” no sólo me ha enseñado a ser mejor madre, sino a ser mejor
hija, compañera, amiga y sobretodo a ser mejor persona cada día.
Palmira y
Lydia estaré eternamente agradecida, por ayudarme y compartir la alegría de ser
feliz conmigo misma.
Gracias por
ayudarme a encontrar el camino hacia la felicidad y enseñarme que la felicidad
no está en otro lado, que en nosotros mismas. Sólo hay que descubrirlo.
Gracias.
Martha Machado
Palmira y Lydia:
“Hoy quiero regalarte mi cariño sincero para que
cuando sientas que nadie te acompaña, recuerdes que en paisajes verdes o valles
áridos, mi pensamiento siempre te lleva de la mano”.
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