martes, 23 de junio de 2020

Pastoral penitenciaria, mediadora de la misericordia divina (III-B)

(21 de junio de 2020)



3.- ENCARNAR LA MISERICORDIA EN UN MUNDO DOMINADO POR LA JUSTICIA.

El enfrentamiento entre misericordia y justicia se expresa muy gráficamente en la parábola del hijo pródigo o el padre bueno. El Padre quiere ejercer misericordia con el hijo que ha abandonado la casa paterna y el hijo mayor pide justicia para su hermano que se ha ido de casa llevándose parte de la herencia (Lc. 15, 11-32).

El hijo mayor, el que se supone hijo modélico y perfecto, se enfada mucho con la vuelta de su hermano menor. Pero no se lo recrimina al hermano, se enfada con el Padre porque ejerce la misericordia, en vez de la justicia. Inclusive no es capaz de reconocer a su padre, y se dirige a él con palabras hirientes, con un «mira» tan insolente que muchos otros padres les hubiese roto el alma. Al hijo mayor habría que citarle lo que dice el Papa Francisco en la bula “Ante la visión de la justicia como mera observancia de la Ley que juzga, dividiendo a las personas en justos y pecadores, Jesús se inclina por mostrar el gran don de la misericordia que busca a los pecadores para ofrecerles el perdón y la salvación". El reclamo a observar la Ley no puede obstaculizar la atención por las necesidades que tocan la dignidad de las personas. Cita a Oseas “quiero amor, no sacrificio. La norma de sus discípulos dice Jesús, deberá ser la que da el primado a la misericordia. Esta se revela una vez más, como la misión fundamental de Jesús. Su compartir con aquellos que la Ley consideraba pecadores permite comprender hasta dónde llega su misericordia”. (M.V.21).
Al hermano mayor podríamos citarle las palabras de Dostoyevski “Sin profundidad, sin amor, la humanidad se asfixia, no tenéis ternura, solo tenéis justicia, por eso sois injustos”. Estas palabras fuertes las vive el hermano mayor cuando le reclama al padre “ese hijo tuyo”, que es como decirle “para mí ya está muerto”.
El hijo mayor recrimina la actitud del Padre para con su hermano, le echa en cara que no le ha tratado mejor solo cuando regresa el hijo menor y le perdona. Se molesta más por el perdón hacia el hijo menor, que no porque a él no le ha dado lo que le corresponde. Le molesta el perdón y la misericordia, además le comenta: «nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos». Ya sabemos qué es lo que más ilusión le hace: comerse los bienes del padre con otras personas, fuera de casa. ¡Pues lo mismo que ha hecho el hijo menor!.
El hijo mayor no reconoce que su padre es su padre, no le interesa entrar en su propia casa, no quiere hacer una fiesta con su propio padre, no acepta que su hermano sea su hermano; él sí quiere hacer fiesta, pero no con su padre, sino fuera de la casa, lejos de su padre. En el fondo, el hijo mayor desea lo mismo que el menor, sólo que el menor, quizá porque es más valiente, o más ingenuo, ha sido capaz de cumplir su deseo, y el hijo mayor no. El hijo menor se ha enfrentado con la realidad: vivir lejos del padre le ha hundido en la miseria, y vuelve con la esperanza mermada por las dificultades. El padre aprovecha esta situación para restituirlo del todo en su condición de hijo, que es mucho más de lo que él podría haber soñado.

En nuestra sociedad hay muchos hijos mayores que reclaman justicia, que reclaman dureza de ley, y esto los presos lo saben, lo oyen. Y esto les hace ser temerosos, en ocasiones débiles. Por eso en este ambiente dominado por la justicia no siempre resulta fácil transmitir misericordia, no es sencillo ver el amor, el perdón y la misericordia de Dios, cuando les ha caído todo el peso de la ley. Nuestra motivación será lo que Dios dice en Oseas “misericordia quiero y no sacrificios”, unos sacrificios que estaban marcados por la ley.

4.- RETO DE LA PASTORAL PENITENCIARIA.

Después de esta reflexión, un doble reto se presenta para la Pastoral Penitenciaria en todo el mundo:
  1. a) Que el capellán y los voluntarios seamos rostro de la misericordia divina para los hombres y mujeres en prisión. Para muchos presos, como he dicho al principio, la misericordia de Dios la verán en las palabras y gestos del capellán y de los voluntarios. Dios envía al capellán y voluntarios a la cárcel para revelar su amor a los internos. Para muchos internos quien ve al capellán, a los voluntarios ve al Padre. El voluntario con todas sus palabras, gestos y actitudes, en definitiva, con toda su persona revela la misericordia de Dios. Una interna, después de la apertura de la Puerta Santa en la prisión manifestaba en un escrito “una de las cosas positivas que puedo sacar de la experiencia de estar interna en esta cárcel es mi acercamiento a Dios Nuestro Señor…en parte por la obra tan importante, cercana, que con mucha paciencia ofrece la pastoral penitenciaria en este centro”.
  2. b) Que el preso sea misericordia para el preso. No es fácil, lo sé, pero quizás habría que poner nombre a muchas actuaciones de presos en la cárcel, muchos gestos de generosidad y compañerismo que podríamos llamar “signos de misericordia”. Si logramos que el preso abandone la idea de que perdón o misericordia es signo de debilidad será posible vivir el año de la misericordia. El gran reto de la Pastoral Penitenciaria es que entre los propios presos exista la misericordia, las ayudas entre compañeros, pues ellos están las 24 horas del día juntos.
5.- DIOS ES PACIENTE Y MISERICORDIOSO.

Esa es la grandeza de Dios para con su pueblo, que es paciente, que no tiene prisa en castigar. Es misericordioso, porque el Señor ve en lo escondido del corazón, donde es capaz de ver lo que las personas no ven. Paciente como en la Parábola de la Cizaña (Mt. 13, 24-30), el sembrador quiere esperar hasta el tiempo de la cosecha, para separar la cizaña del trigo y estar seguro de que solamente la cizaña será recogida primero y arrojada al fuego. ¡Dios no quiere apresurarse y tal vez cometer una injusticia de recoger trigo con la cizaña y castigar a justos con injustos!…¡Así obró cuando quiso castigar a Sodoma y Gomorra, tuvo paciencia con Abraham y a la final salvó a su sobrino Lot y su familia que eran los únicos justos que había en esas ciudades!. Así Jesús cuando tiene compasión con las muchedumbres y trata con publicanos.
Paciente como en la parábola de la higuera (Lc. 13, 6-9). Dios es dador de oportunidades, de recrear situaciones para volver a empezar, pero sobre todo Dios agota todas las posibilidades y oportunidades. La grandeza de Dios es que ante la duda, espera, ante la caída levanta, y ante la voluntad de cambio concede oportunidades. La higuera no daba frutos, pero Jesús confiaba en que podía darlos, y da oportunidad.
Además de paciente Dios es misericordioso manifestado a través del perdón. Pedro plantea a Jesús, ¿cuantas veces hay que perdonar, hasta siete veces?, y Jesús le responde, no hasta siete veces sino hasta setenta veces siete (Mt. 18, 22). Jesús no pone límites al perdón, no pone plazos, el perdón es algo abierto, nuevo, humano, porque permite al hombre a la mujer que ha caído volver a empezar, levantarse nuevamente e intentarlo. El perdón humaniza, redime y libera.

El gran valor de la Iglesia en las cárceles, personificado en la Pastoral Penitenciaria, en los capellanes y voluntarios, es humanizar la misericordia en la realidad de cada hombre y mujer en prisión. En ser capaz de abrir horizontes nuevos en vidas rotas, hundidas y fracasadas. Es tener la pedagogía para que los presos perciban que Dios les quiere, que les da nuevas oportunidades, que la vida no termina con el delito o con el pecado. Nuestra gran labor es concienciar a la población penitenciaria que Dios es paciente y misericordioso…pero con ellos. Porque a veces nos perdemos en palabras, en discursos. Y sobre todo hemos de esforzarnos en que el hombre y mujer preso lo sientan y lo vivan así. Dios les quiere, les perdona y les da una nueva oportunidad.

REFLEXIÓN PERSONAL: MISERICORDIA DE DIOS EN LA CÁRCEL(III)
(Nadie te va a preguntar, responde con sinceridad)
  1. ¿Qué dificultades tienes para presentar a los presos que Dios lee quiere?. ¿Crees que la misericordia de Dios en la cárcel es visible?, ¿tiene cabida?.
  2. ¿En qué momentos crees que el interno, hombre o mujer, ve más claro que Dios le ama, que Dios le quiere?. ¿Hay alguna situación concreta donde el preso percibe ese amor de Dios?.
  3. ¿Crees que el preso se siente querido por Dios?. ¿No crees que hay situaciones en que puede sentirse solo y abandonado…hasta de Dios?.
  4. ¿Crees que hay contradicción entre justicia y misericordia?, ¿entre justicia y caridad?. ¿Por qué?. ¿Has tenido alguna vez esta sensación?.
  5. ¿Qué te dice la frase de Dostoyevski “Sin profundidad, sin amor, la humanidad se asfixia, no tenéis ternura, solo tenéis justicia, ¿por eso sois injustos”?.
  6. ¿Estás de acuerdo con los retos de la Pastoral Penitenciaria que pone el texto: capellán y voluntarios como rostro de la misericordia de Dios y que el preso sea misericordia de Dios?.¿Crees que es posible?.
**** FINAL DE LOS ENVÍOS DE FORMACIÓN Y ORACIÓN INICIADOS DURANTE LA PANDEMIA PARA “MANTENER VIVA LA LLAMA DE LA PASTOAL PENITENCIARIA”. CON LA VUELTA A LA NORMALIDAD Y TERMINANDO EL ESTADO DE ALARMA, MUCHOS CAPELLANES Y ALGUNOS VOLUNTARIOS ENTRAN EN PRISIÓN, ES EL MOMENTO DE ANIMAR DESDE LAS CAPELLANÍAS Y DELEGACIONES.

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