miércoles, 11 de julio de 2012

Sembradores de esperanza

Cierto día coincidieron una señora ya muy mayor y un hombre joven de unos 35 años en un trayecto en guagua; ella estaba ya sentada junto a la ventanilla.
La guagua iba en marcha y atravesando un campo muy desangelado la señora abrió su bolso, extrajo una bolsa de papel y de ella a puñados sacaba semillas que luego echaba afuera gracias a la ventana abierta de aquella guagua.
Al día siguiente volvieron a coincidir y la mujer volvió a hacer lo mismo; esta vez el joven sí quiso saber el sentido de aquello y le preguntó a la anciana:
- "¿Por qué  hace usted eso?, ¿no ve lo seco del campo y desangelado que está?, ahí sus semillas no van a germinar y tampoco hay pájaros que vayan a comerlas".
- "Es verdad caballero, el campo es casi desértico y ni los pájaros habitan por aquí... pero sembrar es lo único que puedo hacer yo; si lloverá o no... o si lucirá el sol o hará viento... no lo sé pero eso ya no depende de mí".
Así fue sucediendo durante un tiempo hasta que un día la mujer dejó de subir a la guagua, ya no se le vio más. El hombre solía sentarse siempre en aquel asiento: había entablado una buena relación con esta mujer que le aportaba mucha positividad.
Un mes más tarde, tras unos días de lluvia, por fin se decidió a preguntar al conductor de la guagua por aquella  anciana y éste le respondió que había fallecido.
Cabizbajo volvió a su asiento y en su pesar oyó la voz de una niña en los asientos traseros hablando con su padre:
- "Mira, papá, ¡cuántas flores crecen en este lado de la carretera!, ¡qué cosa tan maravillosa, papá!".
El joven miró también y observando aquella belleza se acordó de las palabras de la anciana: "Sembrar es lo único que puedo hacer,... lo que ocurra después ya no depende de mí".
Desde entonces este hombre lleva consigo una bolsa de papel llena de semillas y no cesa de sembrar sonrisas y gestos de amabilidad con quien se cruza.
--------
Esta historia podrá ser inventada, o quizás no,... no importa, pero lo que sí es cierto es que hay personas así como la anciana del relato, es cierto que apenas pueden hacer gran cosa... pero no dejan de sembrar; es verdad que hay hombres y mujeres como el joven del relato a veces escépticos, a veces irónicos respecto a lo que otros derrochan a manos llenas cada día... pero también es cierto que son capaces de cambiar y transformarse en su corazón.
Este "post" es un homenaje a todo el voluntariado de prisiones, a los que trabajan con corazón desde dentro de sus muros como a los que lo hacen fuera con el mismo común denominador: la pasión por sembrar motivos de esperanza.
Ejemplos de esto hay a miles pero son tan silenciosos que... hace falta asomarse a la ventana para ver que siempre estuvieron ahí aunque no hicieran ruido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario