miércoles, 13 de mayo de 2020

Acompañamiento del voluntariado ante el desánimo y la soledad (III)


(Motivaciones y expectativas de mi voluntariado).
Relato de los discípulos de Emaús Lc. 24, 13-35 (29 de marzo de 2020)

1. CUANDO ENTENDEMOS, ARDE NUESTRO CORAZÓN, Y LOS PRESOS SE BENEFICIAN.
Cuando entendemos, por qué estamos y para qué estamos, entonces sentimos una sensación especial. Cuando asentimos y vemos claro, nos sentimos bien interiormente. “¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?” (1). Cuando uno entiende, el compromiso es más sólido, más responsable, más continuado. Sabe por qué va, hacia dónde va y por qué lo hace.
Cuando vemos claro por qué estamos nos sentimos bien. Arde nuestro corazón de plenitud, de gozo. Realmente vamos a la prisión a transmitir la alegría del evangelio, y se nos quita la cara de cuaresma que nos dice el Papa Francisco. El problema aparece cuando no tenemos claro nuestra razón de ser en prisión, es entonces cuando aparece el conflicto, o el problema.
Cuando entendemos queremos más y “Deseamos asumir, cada día, las alegrías y esperanzas, las angustias y tristezas del pueblo” (2). Nos atrevemos con todo. Se despierta en nosotros el ardor misionero, la alegría del evangelio.
Cuando asumimos y comprendemos las situaciones volvemos nuevamente a Jerusalén, volvemos a la casa del Padre, volvemos al voluntariado. Estamos en esta Iglesia que camina en prisión cuando tenemos claro por qué lo hacemos y para quién lo hacemos.

Los discípulos de Emaús sintieron un ardor interno especial al hablar y caminar con Jesús. Su presencia, su palabra, su compartir camino con ellos les provocaba una sensación especial dentro de ellos. Es una sensación de sentirse queridos, amados y aceptados. Sentían como “un cosquilleo interno” de bienestar. Nunca os ha dicho un interno ¿gracias por escucharme?, ¿gracias por dedicarme este momento?, es lo mismo que dijeron los discípulos cuando Jesús, después de partir el pan, de compartir la cena, se fue. Hay que revisar nuestro voluntariado, nuestra actividad, nuestras palabras y preguntarnos si somos noticia para los presos, si provocamos ardor en ellos, si nuestra ausencia les provoca vacío o más bien indiferencia. Como Jesús provocó ardor en los discípulos de Emaús, ¿nosotros provocamos ardor en los internos?, ¿somos buena noticia para ellos?, ¿disfrutan del encuentro con nosotros?.
¿Cuándo fue la última vez que les preguntaron cómo os sentís como voluntarios?, ¿cuándo es la última vez que os han preguntado cómo va vuestra actividad?. Lo mismo habría que preguntarles a los capellanes y delegados diocesanos que cuándo fue la última vez que le pregunté a un voluntario cómo estaba o cómo iba su actividad?.

Hay voluntarios que van, que fallan, que unos días preparan la actividad, otros no. Que se preocupan, otros que solo van y pasean. Preguntémonos si hacemos que el corazón de los internos arda de pasión, de emoción. Si nunca hemos provocado corazones ardientes, algo estamos haciendo mal, o no lo estamos haciendo bien. Nuestra pastoral y nuestro compromiso debe de encender el corazón de los presos, debe de llevarles que deseen que vayamos, que no fallemos, que nos estén esperando, debemos conseguir el “arder el corazón del preso en la cárcel”.
Podemos caer en el riesgo de la indiferencia, y el Papa nos avisa muy claramente “No caigamos en la indiferencia que humilla. No nos acostumbremos al dolor, a la pobreza, a la humillación…a la cárcel…abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio” (3), que provoque ardor y esperanza en tantos presos que nos encontramos en el camino de nuestro voluntariado. Caer en la indiferencia, acostumbrarse al dolor de la cárcel, a ver las situaciones desagradables como normales debería calificarse entre el voluntariado como un pecado que hay que confesarse. Nuestra presencia debe de ser liberadora, renovadora e ilusionante, y sino…mejor marcharse. Con los sentimientos del preso no podemos jugar.
 
2. EL QUE NOS SOSTIENE ES CRISTO.
Lo que sostiene al voluntariado es Cristo. Como Iglesia anunciamos la Buena Noticia de Cristo resucitado. Lo hacemos a través de actividades, a través de proyectos, pero siempre desde el Evangelio y sabiendo que quien nos sostiene es Cristo. Por eso los discípulos de Emaús le piden a Jesús que se quede, “Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída” (4). Cuando el voluntario entiende que está por Jesús le pide que se quede en casa, que entre en su vida, que sea su compañero de camino, y es entonces cuando encuentra sentido a su voluntariado, a su compromiso. Antes, durante la crisis, se encuentra vacío, sin ilusión, sin contenido, y con la tentación de abandonar, sino lo ha hecho ya.
Hay que reconocer que lo que sostiene mi voluntariado es Cristo, no hay otra razón. “Para mí la vida es Cristo” (5). Mi motivación inicial es Cristo, y después de una llamada mi vida se compromete con el mundo de la cárcel, para hacer en él presencia de Evangelio.
Somos Iglesia y por lo tanto vamos en nombre de ella a la prisión para anunciar el mensaje de Jesús, un mensaje que antes me he tenido que creer. Porque, como me decía un obispo en Castellón, D. José María Cases Deordal hace muchos años, “el voluntario es la única Iglesia que van a conocer el único evangelio que van a leer”. Nosotros somos el rostro de Cristo, pero para eso antes he tenido que imbuirme de su espíritu.
Hacemos actividades que hacen otros voluntariados pero somos diferentes, utilizamos las mismas técnicas que otros voluntariados, pero somos distintos. Y esa diferencia estriba en la motivación, en las razones que me llevan a comprometerme en prisión desde la Pastoral Penitenciaria.

3. COHERENCIA DE VIDA.
“A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron (al partir el pan)” (6). Los discípulos de Emaús reconocen a Jesús al partir el pan, lo reconocen por sus hechos, por su vida. Esto es posible cuando vivo con coherencia mi voluntariado, cuando siento ardor en mi interior por ir a la prisión, por trabajar en ese medio como Iglesia.
En ocasiones, en el voluntariado hay una doble moral, por un lado, vivimos una realidad de compromiso y solidaridad y por otro en nuestra vida de cada día vivimos otra, que en ocasiones choca con lo que predicamos o defendemos en el voluntariado. Con una mano se da lo que con otra se quita que nos dice Agustín Velloso en su libro “Guía crítica del voluntariado en España”. Se proclaman unos valores de un mundo ideal, pero en realidad se imponen otros.
Un voluntario podrá avanzar en el cambio de la sociedad, que es uno de los objetivos del voluntariado, si cuando termina su labor voluntaria vive los mismos valores en su realidad personal durante todo el día. Si vive lo mismo que predica en prisión. Algunas personas se han preguntado con preocupación si se puede ser “voluntario de noche y tiburón de día”. Se debe ser justo y solidario durante todo el día. Y ¡no!, no se puede ser una cosa de día y otra de noche. Esa coherencia los internos la perciben. Si no somos capaces de defender los mimos valores dentro de la cárcel que fuera…mejor dejar el voluntariado.
Esta vivencia global del voluntariado yo la llamo “interiorirzar mi compromiso”. Que lo que yo hago no esté separado de mi vida, sino que mi acción me ayude a formarme, a madurar y crecer como persona. Que como cristiano dé testimonio de mi compromiso y lo lleve a mi oración y a mi comunidad de referencia. Que me ayude a avanzar en la construcción de una sociedad y una iglesia más justa y fraterna, que es en definitiva mi opción personal, acercarme a mis hermanos los presos.

4. CUANDO ENTIENDE, VUELVE A JERUSALEN, A LA COMUNIDAD, AL VOLUNTARIADO.
“Se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén” (7). 
La suerte de los discípulos de Emaús fue encontrarse con Jesús, y reconocer que se habían equivocado al abandonar la comunidad, al abandonar la sociedad. Y este encuentro los lleva con Jesús. Los lleva a volver a empezar. Vuelven a Jerusalén. Esta es la prueba de fuego, el gran momento. Cuando entienden que su decisión de dejar el voluntariado, de dejar su compromiso no ha estado bien, que se han equivocado, vuelven a la comunidad que forma el voluntariado. Regresar para volver a empezar, para cambiar. Los discípulos de Emaús vuelven a Jerusalén, de donde han salido, desgraciadamente hay muchos voluntarios que abandonan, que dejan la comunidad de la Pastoral Penitenciaria, es triste pero es así.
Volver a Jerusalén es volver a renovar mi compromiso con la Pastoral Penitenciaria. Pero volver a Jerusalén es reconocer que me he ido, que he abandonado, pero al igual que el hijo pródigo (8), siempre estará el Padre esperándonos, ese padre que tendrá rostro, de joven, de mujer, de hombre que se encuentra en prisión y que nos dará un abrazo cuando nos vuelva a ver de nuevo. Y lo que es más importante, nunca es tarde para volver, nunca es tarde para regresar a casa, a la comunidad, al voluntariado.
Pero para volver a Jerusalén, antes me he tenido que encontrar con Jesús, he tenido que hacer una reflexión profunda, una revisión de mi vida y analizar por qué me he ido del voluntariado, qué me llevó a abandonar la comunidad, mi compromiso. Y con la humildad del hijo pródigo ser capaz de volver, de comernos el orgullo y valorar lo mucho que hemos aportado y recibido de la Pastoral Penitenciaria.
Cuando uno encuentra sentido a su vida, cuando vuelve a encontrase con Jesús, es capaz de regresar, sin importarle el qué dirán o si lo señalarán. Varios han vuelto a casa, a la comunidad:
  • - Pedro vuelve después de negar a Jesús, es capaz de reaccionar y volver al primer amor.
  • - El hijo pródigo, después de una profunda reflexión se plantea la vuelta y regresa a casa, a la casa del Padre. 
CONTINUARÁ.

PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL. 
  1. ¿Tienes clara la motivación de tu voluntariado en la Pastoral Penitenciaria?. 
  2. En tu vida de voluntario/a, ¿has sentido alguna vez un ardor especial al hablar con un interno/a?. Recuerdas la escena y las palabras?. 
  3. ¿Tienes claro por qué estás en Pastoral Penitenciaria y no en otra asociación/organización que también hace voluntariado en prisión?. 
  4. ¿Crees que tu vida es coherente de lo que piensas y dices en prisión y lo que haces y piensas en tu vida personal?. ¿Por qué?. 
  5. ¿Crees que has interiorizado tu compromiso como voluntario/a de Pastoral Penitenciaria?. ¿Tu compromiso se percibe en tu vida personal?.
NOTAS:
1 Lc. 24,32
2 Evangelii Gaudium 191
3 Misericordiae Vultus nº 15
4 Lc. 24,29
5 Flp. 1,21
6 Lc 24,31
7 Lc. 24,33
8 Lc. 15,11

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