sábado, 9 de mayo de 2020

Acompañamiento del voluntariado ante el desánimo y la soledad (II)


(Motivaciones y expectativas de mi voluntariado)
Relato de los discípulos de Emaús Lc. 24, 13-35 (22 de marzo de 2020).

1. PASA LA NOVEDAD DEL VOLUNTARIADO: DEL ENTUSIASMO A LA DECEPCIÓN.
Al voluntario de prisiones le ocurre lo mismo que el joven rico cuando habla con Jesús, “a estas palabras él frunció el ceño y se marchó triste porque era muy rico” (1), el voluntario comienza contento, pero por momentos se desanima. El joven rico va alegre para hablar con Jesús, cree que va a recibir su felicitación y aprobación por todo lo que hace y vive, en definitiva, cumple. Pero la realidad es otra, se encuentra con una exigencia distinta, y ahí viene el conflicto, espera otra cosa, se desanima y abandona.
Lo mismo les ocurrió a los discípulos de Emaús “Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió” (2). Estas palabras describen muy bien el sentimiento de los discípulos de Emaús, que creían una cosa y se encontraron con otra. Lo mismo ocurre a muchos voluntarios, que creen y esperan encontrarse con una realidad y luego es otra, pensaban que iban a conseguir, poco menos que salvar a todos los presos, y la realidad es muy otra. Del entusiasmo inicial pasan a la decepción. Importante saber dónde vamos y para qué vamos.
“La evangelización tiene mucho de paciencia, y evita maltratar límites” (3), nos dice Papa Francisco cuando anima a no quemar etapas, a no apuntar más allá de lo programado, a asumir la responsabilidad con normalidad y serenidad. Y para todo eso hace falta paciencia, serenidad. No poner objetivos muy altos, no generar mucha expectativa, sobre todo cuando se comienza. Porque de lo contrario viene la decepción, el desencanto de no poder llegar, y nos vamos como el joven rico, o como los discípulos de Emaús.
Esta realidad la viven muchos voluntarios de Pastoral Penitenciaria. La novedad es bonita, pero es breve. La novedad es atrayente, pero pasajera. La novedad provoca entusiasmo, pero no se puede vivir siempre instalado en la euforia. Hay que ayudar al voluntariado a que lea los acontecimientos con paz, con serenidad, sin prisas, sin agobios. Hay que ayudar al voluntario a que vea también las dificultades con las que se va a encontrar. Muchas veces les hemos dibujado un voluntariado idílico, modélico, casi heroico, por lo que supone ir a la cárcel, que despierta admiración por muchos.

2. SIGNOS DE SOLEDAD Y DESALIENTO.
Pasada la novedad, y cuando no se tiene claro que la Pastoral Penitenciaria es callada, silenciosa, paciente, surgen las dudas, el desaliento, el desánimo. Unas dudas y desánimo manifestado en:
  1. Rutina en la acción.
  2. Desencanto en lo que hace.
  3. Fallo en la realización de la actividad voluntaria en la cárcel
  4. No recibe la respuesta por parte de los internos que el voluntario/a esperaba. Se desanima, expresiones “no sirve para nada”, “total, no les importa lo que hago”.
  5. Soledad en la actividad, falta a las reuniones, deja de asistir. “Va por libre”.
  6. Soledad de no sentirse acompañad@. Nadie le pregunta, nadie se interesa. El capellán o delegado/a diocesano/a no saben bien la actividad que realiza, no se hace presente ni el día ni en el lugar donde desarrolla la actividad. En realidad, no sabe cómo funciona.
  7. Ausencia en las reuniones de voluntariado, tanto en las de coordinación como en las de formación. Cuando falla en las reuniones no se siente partícipe del proyecto. Al final le da lo mismo que funcione bien o no, y abandona.
  8. Todas estas actitudes provocan fallos en la realización de la actividad en prisión.
  9. Falta de coordinación con todo el grupo, con toda la comunidad de la Pastoral Penitenciaria. Se siente perdido.
  10. Justificación de los fallos en prisión con temas: familiares, laborales, personales…excusas para tranquilizar la conciencia.
  11. La desconexión del grupo tiene el riesgo de cometer fallos en temas de seguridad en prisión. No está cuando se avisa de un problema de seguridad. Los voluntarios que van por libre son los que más imprudencias cometen en prisión.
  12. Confunde la actividad con un fin, cuando en realidad es un medio para llegar a la persona en prisión. Lo importante de todo es la persona presa.
  13. Se lleva los problemas a casa. Eso le produce angustia, presión, a veces desesperación. Crea tensión en su propia familia, y eso le lleva, en ocasiones, a tener que elegir: voluntariado o familia.
  14. Se siente responsable de la solución de los problemas de los internos. Eso le agobia, le crea tensión interior.
  15. No todas las familias de los voluntarios entienden el compromiso pastoral. Les dicen “con la de lugares que hay para hacer algo por los demás y tienes que acabar en la cárcel”. Genera tensión en casa. Al final la cuerda se rompe por la parte más débil la cárcel. En ocasiones no explicamos bien lo que hacemos y la familia no lo entiende.
3. AL DESALIENTO, LE SIGUE EL ABANDONO.
Como los discípulos de Emaús “Ese mismo día, dos de los discípulos se dirigían a una aldea llamada Emaús, distante unos once kilómetros de Jerusalén” (4), algunos voluntarios se van, solos, desanimados…Unos dan la cara, exponen sus razones, otros dejan de asistir, dejan de participar, lo van dejando por inacción, por abandono silencioso, se diluyen en el tiempo. Los discípulos de Emaús se van sin decir nada, solo cuando se encuentran con Jesús, en el camino, le exponen sus razones de por qué han abandonado. No se atreven a dar razones de su abandono, porque saben que ni ellos mismos se las creen
Se van de la comunidad, del voluntariado. Es el vacío existencial, nada les llena. Hay sentimientos de frustración, desencanto y decepción. Huyen, se van, aturdidos por la decepción. Se van fuera, lejos, sólo querían olvidar, se van del ambiente que habitualmente frecuentan, para que nadie les recuerde lo que deben de hacer, cómo deben de comportarse. No quieren oír reproches, emprenden una nueva vida, su propia vida. Muchos voluntarios lo hacen en silencio, sin hacer ruido, en ocasiones se sienten culpables, porque sienten que han abandonado a los pobres, a los presos.
Pero la culpa no es suya, la responsabilidad no es solo de ellos. El capellán, el delegado diocesano, el responsable debe de ayudarles a leer esas situaciones, que son normales, que las hemos vivido y pasado todos. No podemos culpabilizar a nadie, tampoco a los voluntarios por actuar de una forma que ellos mismos no entienden. La soledad mata, el silencio condena, necesitan palabra, mirada, ternura pastoral.

4. DESDE EL PRINCIPIO NO HAN ENTENDIDO.
El problema es que muchos voluntarios, desde el principio, no han entendido su compromiso. Han confundido, tenían una idea y se han encontrado otra. Importante al principio una buena formación. Hablarles claramente de la realidad de la cárcel, tanto a nivel pastoral, como social y jurídico. El mundo de la prisión está condicionado por unas leyes que están en constante dinamismo, cambios y reformas. Hay un peligro que algunos voluntarios van madurando a puro de golpes o de fallos, y al final quien pierde es el interno. 
“¡Qué lentos y torpes sois para comprender y cuánto os cuesta creer lo dicho por los profetas!. ¿No tenía que sufrir el Mesías todo esto antes de ser glorificado?” (5). Es verdad que muchos voluntarios entran a formar parte del voluntariado con una idea equivocada. Muchos movidos por temas sociales, otros humanitarios, otros van a realizarse, pero al final cuando ven que no se cumplen las expectativas, se desaniman y abandonan. Es importante que alguien les haga la lectura del voluntariado al principio, antes de comenzar, para que nadie nos diga que hemos ido con una idea equivocada.
Esta situación genera problemas entre el voluntariado, como creó problemas en la primera comunidad cristiana, donde hubo algunos, como los discípulos de Emaús, que la abandonaron, la dejaron, decepcionados y desencantados. Hay tensiones internas. Muchos apuestan más por una vía más social, otros más religiosa. Al final se crea tensión y lleva a algunos voluntarios a abandonar.
Pero también genera tensión entre los internos, entre los presos. Un voluntario desanimado, desencantado, falla, deja colgados a los internos, decepciona y dejan de ser la alegría del Evangelio que tanto se necesita en prisión. “Hay cristianos cuya opción parece ser la de una Cuaresma sin Pascua”. (6) Con esa actitud somos más negativos que positivos en prisión. Cuando no brota la ilusión, no brota el entusiasmo eso se nota e indirectamente se lo transmitimos a los propios internos. Sino estamos motivados, si dentro de nosotros no brota la alegría del evangelio, mejor que no vayamos.

5. LA SOLEDAD LLEVA A LA TRISTEZA.
El voluntariado es una experiencia de comunidad. La soledad no buscada lleva a la tristeza, al desánimo. "Ellos se detuvieron tristes (cuando Jesús se les acercó)” (7). Interpretan la muerte de Jesús como un desastre, como un fracaso, algo inesperado y algo triste. Al ver frustradas sus esperanzas, inclusive sus ambiciones, se van tristes. Pero la sensación de fracaso no la pueden evitar. Un voluntario, solo, por libre, al final se convierte en un voluntario triste. Porque la única explicación a su soledad, a su frustración es la suya. Y en ese momento no será la más acertada. Un voluntario triste genera una pastoral triste, y no genera ilusión ni esperanza en los internos.
El camino sin rumbo, sin orientación y en soledad provoca tristeza, desánimo. Un voluntario de Pastoral Penitenciaria solo, sin un compromiso concreto va abandonando el voluntariado poco a poco, pues la soledad se adueña de él, no encuentra sentido a nada y el abandono se instala en su día a día, cargado de excusas no muy convincentes.

6. EL VOLUNTARIO NECESITA: COMPAÑÍA, CERCANÍA Y EXPLICACION.
El voluntario que empieza, el que lleva un tiempo, o el que lleva muchos años, todos sin excepción necesitan compañía, hacerse compañero de camino. Necesita que alguien les lea los acontecimientos, que les lea las situaciones a las que se enfrenta cada día en su voluntariado. Una escena que refleja bien ese acompañamiento para hacer una lectura de la realidad es la pesca milagrosa, cuando Jesús le dice a Simón “Rema mar adentro y echad vuestras redes para la pesca” (8). Este mismo pasaje nos presenta el resultado cuando el texto nos dice “hicieron una redada tan grande de peces, que las redes comenzaban a reventarse” (9). Jesús les hace la lectura de la realidad y actúan en consecuencia, y el resultado es positivo, tienen una gran pesca. Lo mismo que vivieron los discípulos de Emaús.
“Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos” (10). Los discípulos de Emaús solo reaccionan cuando alguien habla con ellos, cuando alguien se pone a su lado, lleva su miso paso, no desde la superioridad, sino desde la igualdad, y les empieza a explicar lo que están viviendo. Como Jesús les explicaba a los de Emaús las experiencias que le contaban. El voluntario solo reacciona cuando se habla con él/ella, cuando se hace junto a él compañero de camino, cuando se pone a su misma altura, cuando sabe que se cuenta con él. El voluntario reacciona cuando se siente importante, tenido en cuenta, cuando se le dedica tiempo y se le explica el sentido de su voluntariado. Muchos voluntarios abandonan porque nadie les lee el sentido de su compromiso, nadie se lo valora.
El voluntario necesita compañía, necesita que se le vayan explicando las situaciones que se encuentra. Muy importante la formación. Donde no hay formación, no hay diálogo, no hay escucha, no hay aprendizaje, no hay compromiso, no hay luz, no hay futuro del voluntario. Los discípulos de Emaús, escuchan al caminante misterioso que luego descubren que es Jesús y les explica todo. Al final entienden porque han caminado juntos, porque han estado juntos, de tú a tú. Jesús se acerca, en persona, y dice el texto “Les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras” (11). Cuando Jesús les explica todo lo que se refería a él comienzan a entender, empiezan a ver claro. Les hace una lectura de los acontecimientos que los habían llevado a abandonar la comunidad, a alejarse de Jerusalén. Ellos permanecen atentos a la explicación, se les empiezan a abrir los ojos. El Papa Francisco habla de una Pastoral Penitenciaria de cercanía, tanto con los internos como con los funcionarios. La Iglesia se acerca y se coloca junto a la persona, no va por delante, ni por detrás, sino se pone al lado, a su misma altura, para sentir, compartir y vivir lo mismo.
Por unos momentos Jesús es otro caminante, otro voluntario diríamos nosotros, pero que sabe el camino, que no huye. Se hace el encontradizo con los voluntarios, y se une a ellos y todo cambia, porque hay un momento en que “A ellos se les abrieron los ojos” (12). Cuando alguien les explica, les da razones de por qué ha ocurrido tal o cual cosa, entienden. Los discípulos de Emaús entendieron, y muchos voluntarios cuando se les explica, entienden. Hay que hablar, verbalizar las situaciones, ponerles palabra e imagen, ponerles pros y contras, y nunca dramatizar. La prisión es un ambiente que también entiende de explicaciones, de razones, de entendimiento. Y los voluntarios necesitan ese tipo de explicación que les ayude no solo a entender, sino a identificarse con el medio, porque de esta forma se identificarán con las personas que hay allí.
Cuando entiende esto el voluntario, él mismo se convierte en compañero de camino para ayudar a leer y comprender al interno la situación de su vida. El voluntario se hace cercano al interno al igual que Jesús se hizo cercano a los discípulos de Emaús. Cada uno da lo que recibe. El voluntario que recibe cercanía y acompañamiento se convierte a su vez en compañero de camino de los hombres y mujeres que están en prisión.
Lo que el evangelio nos habla de explicación, nosotros lo llamamos formación. Hace falta formación en el voluntariado. Hay voluntarios que creen saberlo todo, que no participan, al final no entienden, están desorientados, no formados y fallan en su compromiso.
Y esa compañía, es la de la comunidad de fe, el grupo de voluntariado. El grupo da calor, da motivación, da vida, siembra futuro. La comunidad es fundamental en el desarrollo del voluntariado. Inclusive la misma Administración no permite voluntarios por libre. En prisiones nadie puede ir sino con algún grupo o asociación, ¡Cuánto más la Iglesia que de por sí es comunidad!.

CONTINUARÁ.

PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL:
  1. ¿Al principio de tu voluntariado viviste euforia desbordante por la nueva actividad pastoral? ¿Has pasado ya la novedad y cambio inicial? Al pasarla ¿notaste algún cambio o “bajo” en tu voluntariado?. ¿Por qué?.
  2. ¿Qué signos has vivido de soledad o desaliento? ¿Te identificas con los del punto 2?. ¿Otros quizás? ¿Cómo o cuando te diste cuenta de que no tenías la misma motivación inicial?.
  3. ¿Has tenido alguna vez tentación de abandono, de dejar este voluntariado?. ¿Lo superaste?. ¿Por qué no abandonaste?. 
  4. ¿Te sientes acompañado en tu voluntariado?. ¿Necesitarías más acompañamiento, más cercanía?. ¿Por qué?.
NOTAS:
1 Mc. 10, 22
2 Lc. 24, 21
3 Papa Francisco. Evangelii Gaudium, nº 24
4 Lc. 24, 13
5 Lc. 24, 25
6 Evangelii Gaudium, 6
7 Lc. 24, 17
8 Lc. 5, 4
9 Lc. 5, 6
10 Lc. 24, 15
11 Lc. 24, 27
12 Lc. 24, 31

No hay comentarios:

Publicar un comentario